FRANCIA CUERO HURTADO

Soy Francia Cuero Hurtado. Es el nombre que me pusieron mis padres, pescadores del Guajuí, cuando nací en el 1979 en Carmelo, una de las ocho comunidades que hoy conforman el Consejo Comunitario del Río Guajuí en el municipio de Guapi, Cauca.

A veces me pienso como reptil, porque me muevo entre el agua y la tierra, porque SOY de los ríos, del mar, de sus orillas. Y ocasionalmente parezco el río mismo. El río tiene sus estados de ánimo, según las condiciones del territorio, puede estar alborotado o suave, crecido o seco, pero siempre corre. Igual yo. Como el río llevo las piedras que me ponen en el camino y con el tiempo las redondeo.

Soy madre y padre de tres hijos, tengo una niña y dos niños. Todos los días me preocupo por ellos, y los llevo adelante con toda la fuerza y la determinación del agua que lleva el río.

El poema para mi es libertad, a través de ello libero mi alma, mi mente y mi espíritu. Libero mis penas, mis alegrías, mis tristezas, mi soledad. Los versos o poemas que escribo me dan paz, armonía y tranquilidad conmigo misma. Por medio de él me libero del mundo que me rodea y me da firmeza para encontrar rumbo a mis situaciones. Yo expreso en mis escritos mi forma de ser, de sentir, de actuar, es una limpia donde purifico mi cuerpo. Es a quien le cuento mis penas, mis pesares, mi concepción de lo que para mí es cada cosa de la vida y lo que representa.

Le escribo al viento al mar y a los manglares, le escribo a los ríos, a la naturaleza con su diversidad. Lo utilizo como refugio para encontrar salida a las inconformidades según mi punto de vista, sobre los derechos que creo sean vulnerados. Cuando escribo obtengo confianza, seguridad frente al siguiente paso que debo dar. Esto que escribo no es para reconocimiento ni para ganar fama, no me gustan los halagos ni las admiraciones. Intento no calificar el mundo según unos patrones establecidos. Este mundo se ha pensado para ser perfecto, su locura, diversidad y colores incluidos, pero en vez de comprender la forma de vida de los demás, nos dedicamos a juzgar, evaluar y destruir.

Cada escrito es una confesión que hago, de un sentir que tengo, de una alegría que me embarga, una tristeza que me atrapa, una soledad que me amarra. Para eso escribo, para liberarme.

Poemas: