ESCUELA, COMUNIDAD Y SABERES

Por RICARDO ANTONIO MONTAÑO SINISTERRA¹

Sambembe² para emancipar

«La toma de conciencia, no se da en los hombres aislados, sino en cuanto traban, entre sí y el mundo, relaciones de transformación, así también, solamente ahí puede instaurarse la concienciación. La conciencia sólo se transforma a través de la praxis, el contexto teórico no se puede reducir a un aséptico centro de investigación. El círculo de cultura debe encontrar modos, que le señalará en cada caso la realidad local, de transformarse en un centro de acción política.» (Freire, 1990: 157-158)

Educarse es una necesidad del hombre que ha estado presente en toda la historia de la humanidad, por eso la educación ha existido como hecho, en todas las sociedades bajo distintas formas, medios y propósitos. Para ello han ido creando sus propias estructuras o plataformas; entre ellas la escuela, considerada la institución más representativa de la sociedad, con una gran misión formar para la construcción de los sueños y utopías, permitiendo el crecimiento y la felicidad de las personas; educando para el éxito o para mejorar la calidad de vida de los seres humanos. La escuela forma a los nuevos ciudadanos para sostener el modelo político de cada sociedad.

El planteamiento anterior se hace poco visible en la escuela tradicional que se implementa en nuestros territorios afro del Pacifico Colombiano. Esta se ha convertido en un sistema organizado y controlado por la clase dominante del país, que desconoce las distintas formas de educación y de organización propia de las familias, que ignora los saberes que recogen la idiosincrasia y cosmovisión como pueblo afro, que por años le ha permitido anteponerse y hacer resistencia para sobrevivir y mantenerse en el territorio ante el abandono y la emboscada estatal a los que han sido sometidos de manera estratégica.

Esta educación homogenizante que da líneas de estigmatización, de subvaloración, de segregación, intimidación, y hasta de ridiculización del hombre afro; educación que responde a los intereses y aspiraciones de la clase dominante fortalecida desde las políticas capitalistas orientadas por el banco mundial, a través del neoliberalismo que cada día arrecia en estos territorios, ha venido desconociendo que las expresiones culturales propias son formas de identidad que permiten diferenciarse de otras culturas y entender que ninguna cultura es más importante que otra, si se comparan entre sí.

Este rechazo ha conllevado a que los niños y jóvenes de nuestras comunidades hoy sientan vergüenza de ser afro, de oponerse a realizar actividades que contengan elementos de identidad afro por considerarlos obsoletas, fuera de moda y estar en desventaja ante lo impuesto por la cultura dominante que aprovecha la religión, la televisión, la escuela o los medios tecnológicos para enviar mensajes subliminales y generar así procesos de aculturación y sometimiento.

El docente afro formado bajo este modelo educativo nefasto para nuestros intereses, es utilizado como agente para la reproducción de un modelo económico-político. No ha adquirido suficiente grado de conciencia para entender el daño que se le ha hecho y se sigue haciendo a la cultura y aprovechar la oportunidad que la misma clase dominante le ha dado para trascender las cuatro paredes del aula. Es una tarea del educador progresista trasladar la escuela hacia la comunidad e ir por el conocimiento ancestral que poseen los mayores, tales como los saberes en la medicina tradicional, en el folclor, en la gastronomía y en la producción que en última recoge la cosmovisión de la comunidad y que se mantiene gracias a que ha sido transmitida de generación en generación, a través de la tradición oral; como una forma de mantener y garantizar la continuidad de este valioso legado y generar desde luego líneas de investigación, procesos de sistematización y producción que se incorporen en el currículo y desde allí establecerse como estrategia de emancipación y garante de continuidad de todo ese acervo cultural que cada día se menoscaba.

Vale la pena resaltar que las comunidades afro hoy cuentan con una ventana abierta, una oportunidad que hay que saber aprovechar para escapar del yugo burgués y potenciar una educación, propia basada en principios de educación popular que conduzca a la emancipación de nuestro pueblos. Hago referencia a la Ley 70 de 1993, y sus decretos reglamentarios, algunos de ellos refrendados hoy por la Corte Constitucional que promulga la Sentencia C-666 de 2016, para ratificar el derecho que tienen los Consejos Comunitarios en materia de gestar y administrar una educación propia en sus territorios. Poder legal que sin lugar a dudas cambiará la dañina visión de desarrollo que se tiene, se genera y se desarrolla en la escuela tradicional de estas comunidades afrocolombianas. Que no permite el reconocimiento de una educación distinta basada en los ejes de identidad que se tiene como pueblo afro, para quienes habitamos territorios ancestrales y desarrollamos en ellos nuestras vidas a partir del legado de los mayores, como parte de toda una herencia cultural de nuestras raíces africanas. Y, por consiguiente nuestras acciones, propósitos y fines que como grupo étnico se implementan con base en esa herencia ancestral.

Significa entonces, que el accionar de la escuela tradicional en estos territorios tendrá que cambiar, la comunidad educativa (directivos, docentes, padres de familia, estudiantes y comunidad en general) de cada Institución o Centro Educativo debe habilitar espacios de reflexión y discusión para ajustar el Proyecto Educativo Institucional (PEI) o Proyecto Educativo Comunitario (PEC). A mi juicio seguirán siendo insuficientes, por la necesidad de pensarse en una propuesta distinta que valore e involucre en el proceso de formación a todos los actores sociales que confluyen y determinan el accionar de esa nueva sociedad que se construye.

Cuando digo propuesta distinta, quiero referirme al avance o salto que hay que dar en esa carta de navegación institucional, del Proyecto Educativo Institucional (PEI) o del Proyecto Educativo Comunitario (PEC) al Proyecto Educativo Transformador (PET). Ese último convoca a que la escuela genere procesos de identificación, recuperación y fomento de las diferentes expresiones que conforman los saberes ancestrales que de fortuna poseen nuestros mayores y que, por el contenido mismo de sus conocimientos, le llamamos sabios. Son ellos los interlocutores válidos para generar diálogos de saberes que arrojen contenidos para ser adoptados en este modelo pedagógico que es descentralizador del currículum. Y que busca la recuperación de los procesos de expresión y comunicación de la cultura material e inmaterial, además de fortalecer la identidad, la creación y la reafirmación de la memoria sociocultural de los pueblos afrocolombianos del Pacífico. Que la determinación de la cultura escolar o los contenidos mismos, no solo se delegue a los educadores, sino también a los demás actores de la comunidad educativa y sociedad en general, buscando hacer un sambembe para la intervención en el ser humano. Un sambembe que se genere cambio social estructural y aspirar tener una sociedad de oportunidades, es decir, con justicia social, fundamentándose en la mediación para considerar al SER HUMANO el centro del proceso. Al ser virtuoso que lidera a la nueva sociedad, a partir de tres pilares o competencias básicas:

  • Competencias básicas y laborales: relaciona al ser con el saber y con el saber hacer.
  • Competencias cognitivas: desarrolla en el nuevo líder las capacidades de sentir, pensar y actuar.
  • Competencias de Liderazgo: propone alcanzar el aprender a vivir, convivir, aprender, proponer y emprender.

De esta manera la escuela se convierte en un ente político en el que como tal debe pregonar la democracia, es decir, la libertad, igualdad ante la ley, transparencia y responsabilidad, con respeto a la pluralidad de opiniones y en función del interés de las comunidades. Sistema que debe mantener y promover la dignidad y los derechos fundamentales del individuo, garantizar la justicia social, facilitar el desarrollo económico y social de la colectividad, reforzar la cohesión de la sociedad, impulsar la tranquilidad nacional y crear un clima propicio para la paz.

Es urgente una escuela que ratifique el poder ancestral propio, representado en la autoridad étnica que a través de todos los años de existencia se ha ejercido y mantenido en estos territorios ancestrales, hoy convertidos en consejos comunitarios; tarea grande y maratónica que se ejerce a pulso, sin garantías de parte del Estado y de la sociedad civil. Los nuevos líderes de estos territorios que se perfilen en asumir este rol, deberán entender y comprender la educación como el motor de cambios personal y sobre todo colectivo. Tendrán que ser individuos conscientes, sin intereses personales, sin hábitos politiqueros, que respeten y valoren las dinámicas propias, que permitan que cada miembro, hombre o mujer, tenga la oportunidad de aportar y que, conjuntamente, se vislumbre y se proyecte de manera integral el desarrollo cultural, social, político y económico de sus comunidades.

Si se asume así, se hace imperante habilitar los espacios pertinentes de socialización y discusión, permitiendo la participación de la comunidad en donde se generen debates en que permitan crear conciencia en el actuar y plantear niveles de responsabilidad en el cumplimiento de sus deberes, al igual que las exigencias al respeto de sus derechos como persona y como comunidad. Sólo así seremos artífices de la construcción de un grato devenir para las generaciones futuras. Responsabilidad que nos asiste, si se quiere dejar huellas en esas líneas de mejor futuro, continuidad y perpetuación cultural.

Los hombres de hoy somos responsables de un mejor mañana.

Leer SABERES, poema por RICARDO ANTONIO MONTAÑO SINISTERRA.

 


 

¹ Licenciado en Básica Primaria, Pontificia Universidad Javeriana, Especialista en Administración de la Informática Educativa, Universidad de Santander, docente Etnoeducador, poeta, compositor y escritor, autor del libro «El Proyecto Educativo Transformador (PET) desde los saberes de las comunidades afrocolombianas del Pacífico».

² Sambembe: mezcla de elementos, sustancias o cosas que generan un delicioso, provechoso o beneficioso producto.