¿CÓMO SOBREVIVEN?

Texto por SILVIO M. SOLÍS SANDOVAL

No sé cómo hacen para regresar a casa con vida, o como hacen para salir de ella, o simplemente por qué despiertan, después de morir cada noche. Es curioso e inexplicable, pero vamos a salir. Todo fue rápido y parecía un día normal, hasta que descubrí que sólo yo veía diferente. Salíamos de la casa con mi amigo Dorian (supongamos que hay un amigo Dorian). Listo, al tratar de cruzar la puerta se cae una herradura para caballos que yacía sobre ella. Dorian no estaba tan cerca, porque apenas había estirado la mano para abrir la puerta, quizás fue que no le dejé acercarse por estar hablando de lo frío que estaría el clima. Dorian se sorprendió diciendo: «Wow, esto no solía caer.» Al salir de la casa todo afuera estaba rojo, parecía como si millones de diminutas personas flotarán en el ambiente. Del otro lado de la acera alguien estornudaba, pareciera que tenía una fábrica de estas diminutas personas en la nariz. Le dije a Dorian que fuéramos más rápido, a lo que respondió: «¿Qué? ¿No ves que no llevamos prisa? Ni siquiera tenemos un destino.» Le respondí: «Tienes razón», cuando a unos pocos metros alguien acciona su arma contra todos los que cruzaban la calle dejándoles muertos. Yo me tome de la cabeza confundido y asustado era un día muy extraño para mí. Dorian me dijo: «¿Lo ves? Para morir no hay prisa.» Miré hacia atrás asustado. Estaba una señora de unos cuarenta años muerta de un tiro en la cabeza. Pensé: «Dios, está justo detrás de nosotros.» Le dije a Dorian: «Mira, esa bala venía para nosotros y ella ha sido la afortunada.» Quisiera librarme de todo esto de una buena vez. Dorian contestó: «Vamos y deja de parlotear de una buena vez.» Al instante comenzó a llover.

Había un edificio de puertas doradas a nuestra izquierda, Dorian me dijo suspirando: «Todo lo que brilla no es oro», y me llevó a la derecha donde sólo había un puesto de comidas rápidas y gente muy humilde. No lo negaré, me gustó la hamburguesa, me agradó su gente, todos sonreían hasta que el señor que hacía los perros calientes se aburrió de que su suegro lo manipulara y con la cuchara ésta que volteaba los perros le metió en la cara. La esposa al ver tan espantosa escena se desmayó, pero contó con la mala suerte de caer sobre una silla, fracturado su cuello y perdiendo la vida. El hijo de la señora y cuñado del señor de los perros era un chico grande, de unos dos metros de estatura y un rango de veinticinco años. Este chico comenzó a tirar todo como loco. Nosotros con Dorian, nos hicimos detrás de una nevera mientras todo se calmaba. Luego nos movimos rápido, porque este chico quería lanzar la nevera, y al levantarla descubrimos que debajo había una serpiente. Nuevamente pensé: «De la que nos hemos salvado.»

Escampó la lluvia y le dije a Dorian (que se sostenía asustado de una mujer muy hermosa de ojos verdes): «Vamos a casa, aquí afuera todo es un peligro.» Me respondió: «Sí, todo está normal, sólo converso con una linda chica.» En repetidas ocasiones intenté convencerle, hasta que decidió llevar a la chica consigo.

De regreso a casa mirábamos que en la pantalla de un televisor extra grande de un billar, estaba la noticia de un avión accidentado, luego la de una pandemia; después la de un asesinato por robo y la de un señor que murió de infarto, además de tantos líderes sociales asesinados en Colombia. Nos cansamos de ver tantas muertes y continuamos, mientras pensaba: «Pudimos haber sido una noticia más.» Faltando apenas dos cuadras para llegar a casa, nos detiene una señora anciana para pedir dinero, decía que tenía mucha hambre y había perdido una pierna, la cual llevaba forrada con tela. Saqué dos centavos y los puse en su mano. Dorian y la chica comenzaron a reírse, porque decían que era muy poco dinero. No me preocupé por eso y la señora se alejó mientras continuamos a casa. Al llegar a casa nuevamente empezó a llover y sentí un ligero temblor. Dorian se encerró en su cuarto pidiéndome que no le molestara, entonces decidí observar la calle un rato por la ventana. Afuera no dejaban de pasar ambulancias, un edificio de unos cinco pisos se había incendiado con las familias dentro a unas veinte cuadras. De repente comencé a escuchar quejido ligeros y pensé: «El malvado Dorian», por lo que me puse mis esponjilla para los oídos y me fui al cuarto. Intentaba dormir un poco, pero me puse a pensar: «¿Qué tal si me duermo y no regreso? ¿Cómo será si al regresar tengo otro nombre? ¿Porque respiramos, si nuestro cuerpo se apaga de este mundo? ¿Si podemos hacer eso porque no volar?» Antes de que pudiera averiguar todo me quedé dormido.

Me desperté con el ruido de un trueno que cayó muy cerca. Me paré rápidamente de la cama, me puse mis sandalias de goma y me fui a la cocina en busca de comida. Dorian estaba sólo en la sala llorando y le pregunté: «¿Qué te pasó sediento?» Me respondió que había mirado una foto de la chica con que se acostó en Facebook y le respondí: «¿Qué? Debe ser modelo.» Y me dice: «No. Está entre las que tienen VIH.» Le dije asustado: «Te la pegó» y respondió: «Estuve con ella, lo sé, lo sé.» «¿Se fue? Claro, es enfermera en un hospital y tenía mucho trabajo.» «Llamémosle y nos aseguramos de que sea cierto.» Dorian entre lágrimas respondió: «De acuerdo». Yo la llame y le pregunté por la foto. Antes de que pudiera decirle que estaba en una lista de personas con VIH me respondió que se trataba de su hermana gemela porque ella no usaba redes. Me relajé un poco y le pregunté si regresaría a casa. Me respondió que en el descanso lo haría. Se lo conté a Dorian, y tomando un respiro dijo: «Me arreglaré la ropa, no dejaré que me vea así.» Pensé: «Te estás enamorando.» Al llegar la chica, nunca me interesó su nombre, sólo apreciaba su belleza voraz. Nos hicimos en la sala mientras nos contaba que su hermana gemela falleció con VIH hace tan sólo dos años. Y aún estaba muy dolida, decidí cambiar la conversa y encendí el televisor para ver las noticias. Decían que seis casas se incendiaron con los rayos que cayeron en la mañana, mí vecino amaneció muerto por fallo del corazón mientras dormía, capturaron a un peligroso criminal que había perdido una pierna y se disfrazaba de señora para matar y robar a sus víctimas. Entonces dije a Dorian: «Celebremos una vez más.». Y me contestó: «¿Porqué?» A lo que respondí con una sonrisa: «La vida es bella.»

Ésta es una publicación de VOCES DE RÍO Y MAR, compilación de escritos y poemas de poetas y poetisas contemporáneos de nuestra región.