
Si el abandono histórico, el racismo estructural, la reconfiguración del conflicto armado, la corrupción y las enfermedades que nos aquejan a diario como el paludismo, dengue y tifus, entre otras, se estaban carcomiendo el Pacífico, la amenaza cada día más cercana del coronavirus (COVID-19) será la gota que rebosará el vaso. Hoy en día los habitantes de la costa pacífica se enfrentan a una nueva problemática que ya ha cobrado miles de vida a nivel internacional y que incursiona en nuestro país con celeridad. La pandemia del coronavirus, a la cual aún no se le ha encontrado cura, ha puesto en prietos a grandes países que, a pesar de sus niveles de desarrollo y sistemas de salud, no han podido frenar la ola de muerte a la que este virus es inherente.

Además, por si todos los males que aquejan al Pacífico no fueran suficientes, sus habitantes ahora deben preocuparse para que el famoso virus no llegue a sus territorios. En el Pacífico hay un estado de cosas inconstitucionales, donde la falta de institucionalidad y los niveles más bajos de necesidades básicas insatisfechas, entre otros, son los elementos que dan lugar a que la violencia se agudice cada vez más en estos territorios. Son estos mismos elementos que evidencian la incapacidad de la institucionalidad de la región para hacerle frente a la pandemia, que de llegar arrasaría con gran parte de la población, sin duda.
Consideremos ahora la situación de la red de salud pública de la región, la cual es ineficiente aún en otras situaciones de menor gravedad, por lo cual ante este virus no cuenta con los mínimos insumos para atender una eventual emergencia de COVID-19. Los tres municipios de la costa pacífica del Cauca (Guapi, Timbiquí y López de Micay) tienen un sistema de salud de nivel 1. Por consiguiente no cuenta con unidad de cuidados intensivos (UCI), no hay respiradores mecánicos o camas con respiradores, no hay para toma de muestras del coronavirus y tampoco para garantizar la cadena de frío para el envío de las muestras que tiene que ser por avión o mar, a través de lanchas o barcos con destino a Buenaventura, hasta un punto donde puedan ser analizadas. De repeso el personal de salud tendrá que atender la crisis con ausencia de elementos como los trajes médicos de protección y asumir el alto riesgo de ser expuesto al contagio. «Sabemos que no contamos con los elementos suficientes para enfrentar el virus, estamos gestionándolos a través de la gobernación, pero desde lo que tenemos hacemos todo lo posible para brindarle un buen servicio a la población», manifiesta Luis Gover Diuza, jefe médico de la ESE Guapi ante COCOCAUCA.

Para atender la crisis de una población de 90 mil habitantes aproximadamente, los tres municipios cuentan con algunos tapabocas, guantes y otros implementos insuficientes. La Empresa Social del Estado (ESE) del municipio de Guapi (antes de la Ley 100 las Empresas Sociales del Estado se llamaban «hospitales») que presta el servicio de salud a municipios vecinos de la costa pacífica del Cauca y del norte del litoral de Nariño, cuenta con una sala de pediatría para posibles casos que dispone de máximo seis camillas, el personal médico son ocho (de los cuales hay uno en el servicio social obligatorio y uno en el corregimiento de Limones), cinco enfermeras (de las cuales hay una en urgencias y otro que presta el servicio social obligatorio), trece auxiliares de enfermería en urgencias, cinco personas para el servicio de portería y cuatro en el servicio general de limpieza. Y ya que estamos hablando de la limpieza: Desde que el hospital de Guapi se volvió Empresa Social del Estado no ha tenido acueducto, al parecer por fallas en las redes. La gran pregunta es: ¿Cómo se va a garantizar la higiene – la limpieza general, el lavado frecuente de las manos – si no hay agua? Si algo hemos aprendido sobre el coronavirus, es eso que la higiene es crucial para prevenir su propagación.

La ESE Occidente que atiende los municipios de López de Micay y Timbiquí, dispone para Timbiquí con ocho camas (cuatro pediatrías, dos adultos y dos mujeres) de los cuales se tendrían dos camas en aislamiento, habilitadas para COVID-19, y un personal de cinco médicos (de los cuales uno permanece en el corregimiento de Puerto Saija), una enfermera para urgencias, diez auxiliares de enfermería para urgencias (de un total de 22 distribuidos entre zona rural y urbana) y un bacteriólogo.

En el municipio de López de Micay se tienen seis camas (cuatro pediatrías, una adultos y una mujeres), cuatro médicos (de los cuales hay uno en el corregimiento de Noanamito), seis auxiliares de enfermería para urgencias y un bacteriólogo.
Esta es la realidad del territorio, sometido a la eterna crisis de salud, cuyas áreas urbanas tienen ciertas condiciones ínfimas, en cambio en la zona rural ribereña con 150 comunidades aproximadamente, no hay ningún tipo de atención del sistema de salud pública.
A esto se le suman los continuos apagones que se vienen presentando en la zona, sin definir aún por parte de la empresa CEDENAR y la entidad prestadora del servicio ENERGUAPI, para el municipio de Guapi, un plan de contingencia. Apenas hace 20 días los municipios de Santa Bárbara Iscuandé, El Charco, La Tola, Olaya Herrera, Mosquera, Francisco Pizarro (Nariño), Guapi, Timbiquí y López de Micay (Cauca) salieron de un apagón de siete días completos. No obstante, parece que los apagones del pasado y la más reciente amenaza del coronavirus no han sido motivo suficiente para atender las necesidades de los habitantes: El 30 de marzo a las 4:37 pm se presentó otra falla – para no decir la misma – en la interconexión Cauca – Nariño y los habitantes de la costa pacífica del Cauca se quedaron nuevamente a oscuras, hasta que volvió el fluido eléctrico 55 horas después. Los habitantes de Guapi en varias ocasiones exigieron que se implementara un plan de contingencia para los municipios afectados, con el fin de responder a situaciones como estas. Hasta el día de hoy ni CEDENAR ni ENERGUAPI han dado respuesta a esta exigencia legítima del pueblo, al contrario, se han hecho de la vista gorda. Y mientras tanto el coronavirus le está respirando en la nuca al pueblo.
También preocupa: El 19 de febrero se dañó la fibra óptica del internet en la zona rural de Guapi, desde entonces la región está sin conectividad. Los dos trabajadores que luego salieron con un acompañante a los territorios del Consejo Comunitario del Río Napi para arreglar el daño, poco después fueron secuestrados por el ELN. Un mes largo se encontraron privados de la libertad, hasta que finalmente la semana pasada el mismo grupo guerrillero los liberó. Desde entonces la empresa Energizando S.A.S. no pudo volver a la zona y sus habitantes lidian con una red teléfonica pésima y conexiones de internet satelital totalmente saturadas.
Frente a este panorama, los pobladores están acatando las directrices de las autoridades municipales de la cuarentena, con temores por la movilidad de ciertas personas y la llegada de otras, procedentes de localidades de afuera. La situación de confinamiento con restricción de movilidad de las embarcaciones procedentes de Buenaventura que abastecen la región de alimentos, está ahogando la preocupación por desabastecimiento de víveres y abarrotes en el andén del litoral Pacífico, teniendo en cuenta que poco se cultiva en la región y que la mayoría de estos víveres y abarrotes viene del interior del país.

Es urgente e indispensable controlar de manera efectiva la movilización de embarcaciones que ingresan y salen de la zona, ya que se comenta que han llegado embarcaciones marítimas, incluso del país vecino de Ecuador, sin el debido control y la medida de aislamiento preventivo. Vale resaltar que a la fecha Ecuador, con una población de 16.620.000, registra 3.368 casos de coronavirus confirmados, 205 nuevos en las últimas 24 horas y 145 muertos (consultado el 3 de abril de 2020 en https://coronavirus.app/tracking/ecuador).
Es por esto que se hace necesario que las institucionalidades nacionales, departamentales y municipales articuladas definan medidas claras con enfoque diferencial para superar el estado de cosas inconstitucionales– tal como lo traza el Auto 005/09 – para evitar la propagación del virus en los territorios del Pacífico con una ruta de atención eficiente que responda a las necesidades reales de la zona.
Entre estas medidas estarían la implementación de una ruta de contención con iniciativas de mitigación para las afectaciones por el coronavirus, que incluiría una estrategia para agilizar los resultados de las muestras ante los casos de coronavirus que se presenten y un plan de atención especial para los territorios colectivos de las comunidades negras e indígenas. También incluiría un plan de contingencia de energía eléctrica a largo plazo y la reparación de la fibra óptica a fin de restablecer la conectividad de la zona y garantizar el acceso y fluido de información crucial en la región.
De igual manera, estas medidas tendrían que responder a la necesidad de un plan de ingreso y distribuición de alimentos con control de precios, mientras se mitiga la crisis alimentaria en los municipios y que considera ayudas a poblaciones en condiciones de alta vulnerabilidad, entre ellas el grupo de adulto mayores.
En fin, se pueden – y deben – implementar todas las medidas mencionadas, pero en últimas sólo hay una manera de evitar la catástrofe en el Pacífico, la prevención. Así que cuidémonos a nosotros y cuidémonos a los demás. Si podemos, quedémosnos en las casas y si podemos, lavémosnos las manos, aunque sea con el agua del río que tantas veces nos ha salvado la vida ya.
Foto entrada: La sala de ginecología en el hospital de Guapi, asignada para recibir los pacientes con COVID-19. Foto: COCOCAUCA.
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